Sin duda la permanencia de Porfirio Díaz Mori en la Presidencia de la República, por más de 30 años, causó un descontento generalizado que alcanzó todos los rincones del país; al ser otorgado el triunfo electoral de 1910 a Díaz, Francisco Indalecio Madero se lanza a la revolución con el Plan de San Luis, en el que llama a un levantamiento general para el 20 de noviembre de ese año, provocando la renuncia de Díaz el 25 de mayo de 1911. Luego, el movimiento fue seguido por diversas facciones enarbolando cada cual sus propias demandas sociales y encabezadas por personajes polémicos y carismáticos como Venustiano Carranza, Francisco Villa, Emiliano Zapata, etc. El país se fue llenando de ejecuciones, masacres, bandidaje y mucha barbarie, siempre justificada por futuras reivindicaciones para el pueblo que, con esas expectativas, apoyó y dio simpatía a la revolución. Tultepec siempre ha estado lo suficientemente cerca de la capital de la república como para ser indiferente a sus acontecimientos más importantes. Así, por disposición del gobierno federal encabezado por el general Díaz, en 1908 se ordenó la construcción del kiosco de la Plaza Hidalgo, para ser inaugurado el 15 de septiembre de 1910, como parte de las celebraciones del centenario del inicio de la guerra de independencia de México. Es sabido que ello no sucedió así y que tal obra tuvo su inauguración en pleno fragor de las batallas revolucionarias, el 8 de septiembre de 1913 (a escaso medio año de la ejecución de Francisco I. Madero), durante los festejos de la natividad de la Virgen María, fiesta patronal del pueblo de Santa María Nativitas Tultepec, cabecera del municipio de Tultepec. También Tultepec sufrió consecuencias como la hambruna de 1914 por la escasez de alimentos, generada por la especulación y saqueos habidos en todo el territorio nacional, sumada a la proliferación de epidemias y enfermedades como la influenza española en 1918 que en nuestro pueblo dejó muy malos recuerdos. Se mencionan situaciones extremas, que ahora nos resultan hasta chuscas, como cuando a la llegada de los grupos revolucionarios que cruzaban Tultepec en sus travesías al norte de México, se escondía a las jovencitas en los pozos para que no sufrieran vejaciones o algún rapto. Igual se hacía con los jóvenes y jefes de familia para que no fueran llevados de leva a mal pasarse y arriesgar su integridad o perder la vida en los frentes de batalla. Pero Tultepec tenía otros recursos que aportar al movimiento. Para atenuar el ambiente creado por la Revolución, en muchos lugares del país se organizaban verbenas y fiestas rumbosas, donde la algarabía era generada por las bandas viento y los conjuntos de cuerdas. Para esas fechas ya eran tradición en Tultepec los frecuentes encuentros entre las bandas de los Urbán bajo la batuta de los Maestros Lino (padre), Miguel Refugio (hijo) Urbán o el Maestro Mardonio Urbán Solano y de los Vázquez dirigidos por el Maestro Cándido Vázquez Macedo, principalmente, mismas que regularmente alternaban con las de los Sánchez, Cortés, García, Silva, etc., abolengos filarmónicos de grande arraigo en la comunidad. Ello le valió a Tultepec un amplio reconocimiento regional por la alegría y calidad de sus bandas, y entonces, con el movimiento armado, hubo oportunidad de sumarse al trajín revolucionario de la mejor manera en que podía hacerlo. Haciendo música. Lo que produjo, para la posteridad, una nutrida tradición oral que narró las aventuras revolucionarias de personajes como Don Atanacio Reyes o con los Silva, saber de los desafíos enfrentados por Don Graciano Silva Escutia, los hermanos Felipe y Julio Silva Hernández, y Don Chipa, José Silva Vigueras, niño aún; que se sumaban a otras bandas de música en las recepciones de los contingentes que llegaban a acampar en Tlalnepantla, Cuautitlán o en la misma ciudad de México. Jocoso, si se quiere, el caso del Mtro. Miguel Refugio Urbán Navarrete que por igual compuso marchas para Porfirio Díaz que para Francisco I. Madero y la parecida situación vivida por su hijo Ernesto Herculano, quién primero enfrentó a los cristeros en Zacatecas que luego asistió con una banda a ofrecer música en la Basílica de Guadalupe, lo que causó su baja inmediata del Batallón 40, en 1926. El Maestro Ernesto H. Urbán Rodríguez, autor de Mi Panzona, antes de la anécdota comentada, participó entre 1914 y 1923 sucesivamente con el General Vicente Navarro y con el general Jesús Capistrano, en Tlaltizapán, Morelos, al lado de Mauricio Díaz y Emiliano Zapata; para en 1920 ser miembro del 3er. Regimiento de Infantería con el coronel Margarito Herrera y en 1926 ir contra Los Cristeros con el batallón 40 del coronel Carlos Villanueva, y, también en Zacatecas, tuvo participación con el coronel Anacleto López. Legendaria fue la participación de Don Calixto Urbán Solano, con su padre Cirilo Urbán Ortuño y su hermano Mardonio Urbán Solano, entre las tropas zapatistas, incluso alcanzar a confraternizar con el mismo Emiliano Zapata Salazar, el Caudillo del Sur quien, se dice, llegó a pernoctar en Xahuento. Cabe la referencia que Don Cirilo Urbán Ortuño fue presidente municipal durante la última etapa de la guerra de Reforma (entre 1876 y 1888), en varias ocasiones, lo que fue repetido por su hijo Calixto, quien cubrió, como presidente municipal, todo el periodo de la lucha armada, de 1911 a 1921, de manera intermitente. Otro personaje que se sumó al movimiento en calidad de filarmónico fue Don Ángel Vázquez Pineda, clarinetista con la banda de la División del Norte, con Pancho Villa, el llamado Centauro del Norte, asistiendo a las batallas de Durango y Zacatecas y estableciendo relación afectuosa con el General Felipe Ángeles epónimo, ahora, del aeropuerto de Santa Lucia, en Zumpango de Ocampo, Estado de México. La corrosión del tiempo amenaza estás y otras muchas situaciones revolucionarias vividas por Tultepec y sus hijos, incluso aquellas que aún a la fecha es posible documentar o dar constancia, siendo necesaria la colaboración de todas aquellas familias que aún conservan testimonios orales y documentales, para que las compartan y poder formar un fondo que de a las nuevas generaciones la oportunidad de disfrutar y compartir historias de nuestros antepasados que hicieron presencia de Tultepec en la Historia de México FUENTES: “Tradición y expresión musical de un pueblo”. Zúñiga Urbán, Lic. Juana Antonieta. H. Ayuntamiento Constitucional de Tultepec 2006 – 2009. Textos de Historia de México. Siglo XX. Diversos